El diseño como evolución del consumo

Nuestro actual sistema, si bien ha logrado avances en la organización de la producción, también ha intensificado su visión mercantilista de los bienes de consumo finales; los productos, los servicios. Esto ha llevado (y sigue llevando con progresión casi geométrica) a una sobre-valoración de las propiedades de los objetos, un fenómeno que Marx denominó «fetichismo de la mercancía».

Este fetichismo se diferencia de formas anteriores (religiosas o espirituales) en tres aspectos clave:

  1. Ausencia de creencias religiosas: No se basa en la fe en dioses o religiones.
  2. Percepción distorsionada: Atribuye propiedades inexistentes o irreales a los objetos.
  3. Evolución natural del capitalismo: Surge de la mercantilización de bienes, donde los objetos se adornan para aumentar ventas en comparación a bienes similares, desvinculándose de su función real.

En esencia, éstos atributos de las mercancías son una distorsión de la realidad material de los objetos bajo el sistema global, donde su valor se define por su capacidad de venta y no por su utilidad estrictamente real.

«Fetichismo de la mercancía», Marx. El Capital, tomo I, capítulo I, apartado 4: El carácter fetichista de la mercancía y su secreto.

Podríamos decir que, el sistema, muchas veces da a los productos o servicios un valor artificial, intangible, como si fueran mágicos, pero que tienen objetivos siempre basados en el aumento de ventas. Esto nos hace olvidar muchas veces lo que realmente son y para qué sirven.

Existen numerosos productos de moda o de uso diario en nuestra forma de vestir, que muchas veces no cumplen su función real, sino la de colocarte en una clase social superior, como si de un espejismo de placer se tratase. Es como una especie de ilusión que nos crea el sistema para que compremos cosas que, en innumerables ocasiones a lo largo de la vida, no necesitamos.

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La fetichización de la mercancía dentro del sistema, no se limita al objeto en sí mismo, sino que abarca todo el proceso de venta, incluyendo el espacio de venta, muchas veces la pre y la post venta, la publicidad y las propiedades atribuidas al producto. La publicidad, por ejemplo, vincula el producto con figuras exitosas o con atributos deseables, creando una imagen distorsionada de su valor real y convenciendo al consumidor de su necesidad. Este proceso responde a la necesidad del sistema de vender la mayor cantidad posible de productos para acumular capital.

La fetichización también se manifiesta en la forma y propio diseño del objeto, convirtiéndolo en algo más que un simple producto funcional.

Existen múltiples elementos que intervienen en la mercantilización de un objeto, incluyendo el fetiche como un componente fundamental del valor que adquiere. El valor del producto se compone del fetiche artificial (creado a través de la publicidad), el trabajo abstracto (diseño, ideación y conceptualización del producto) y el trabajo físico (materialización del objeto).

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From personal project - 2021

La complicidad en el diseño

El diseño se integra al proceso productivo del sistema como parte del trabajo abstracto. El diseñador conceptualiza elementos abstractos a través de la reflexión, la investigación y la creatividad, transformándolos en una forma concreta. Este trabajo se separó del proceso productivo manual con la tecnificación y la cadena de montaje. Inicialmente, en el pasado siglo, los ingenieros asumían las tareas de diseño, pero la creciente fetichización y modelización de la mercancía impulsó la especialización en esta área.

El proceso de diseño no es neutral, sino que está sujeto a influencias ideológicas externas (dentro de una inteligencia supuesta). Cada época y movimiento cultural se refleja en las formas y estilos arquitectónicos, como ejemplo de diseño aplicado. La arquitectura renacentista, grecorromana y modernista, entre otras, evidencian la presencia de ideologías en la concepción del diseño. La forma de los objetos fabricados por el hombre siempre contiene un componente ideológico, incluso si el creador no lo percibe conscientemente.

Seeking complicity (A.I. generated image)

El diseño se define como un proceso que aplica una forma concreta a un objeto o servicio a partir de ideas o conceptos. A diferencia del arquitecto, que se especializa en la producción de edificios, el diseñador posee un bagaje a priori menos técnico y más versátil, lo que le permite trabajar en diversos sectores productivos. Su función principal es idear soluciones que satisfagan las necesidades de un usuario o grupo de usuarios.

La evolución del diseño en el sistema actual ha impulsado su importancia dentro del proceso productivo. La creciente fetichización de la mercancía ha generado la necesidad de crear productos atractivos y funcionales, lo que ha impulsado la demanda de profesionales del diseño en diversos ámbitos, como el grafismo, el interiorismo, el diseño de producto, la moda, entre otros. Esta tendencia hacia la sectorialización del diseño se intensificará en el futuro (ya es presente), dónde surgirán (y están surgiendo) aún mas especializaciones en respuesta a la evolución mercantil.

El diseño se ha convertido en un elemento indispensable en la mayoría de los procesos productivos. Las empresas, incluyendo multinacionales, cuentan con secciones dedicadas al diseño de productos y publicidad.
El diseño gráfico, por ejemplo, forma parte del proceso productivo del packaging en diversos sectores, como la electrónica y el deporte. Esta tendencia al alza se evidencia en la creciente demanda de profesionales del diseño en diversos ámbitos.

Can Designers Inspire Conscious Consumption? - Disruptive Innovation Festival - DIF